Principios del Evangelio,
(2011), 240–44
(2011), 240–44
Capítulo 41:
El mundo de los
espíritus en la vida venidera
espíritus en la vida venidera
La vida después de la muerte
¿Qué nos sucede después de morir?
Nuestro Padre Celestial preparó un plan
para nuestra salvación y, como parte de ese plan, Él nos envió de Su presencia
para vivir en la tierra y recibir un cuerpo mortal de carne y sangre.
Finalmente, nuestro cuerpo mortal morirá y nuestro espíritu irá al mundo de los
espíritus. El mundo de los espíritus es un lugar de espera, de trabajo, de
aprendizaje y, para los justos, un lugar de descanso de las preocupaciones y el
dolor. Nuestros espíritus vivirán allí hasta que estemos listos para la
resurrección; entonces, nuestro cuerpo se unirá con nuestro espíritu y recibirá
el grado de gloria para el cual nos hayamos preparado (véase el capítulo 46 de
este libro).
Muchas personas se han preguntado cómo
es el mundo de los espíritus. Las Escrituras y los profetas de los últimos días
nos han brindado información al respecto.
¿Qué consuelo recibe del conocimiento
de que hay una vida después de la muerte? ¿Cómo podemos utilizar nuestra
comprensión del mundo de los espíritus en la vida venidera para consolar a
otros?
¿Dónde está el mundo de los espíritus al que se va
después de la muerte?
Los profetas de los últimos días han
dicho que los espíritus de los que han muerto no se hallan lejos de nosotros.
El presidente Ezra Taft Benson dijo: “Algunas veces, el velo entre esta vida y
la vida en el más allá es muy delgado. Nuestros seres queridos que han muerto
no se encuentran lejos de nosotros” (en Liahona, abril de 1972, pág. 15). El
presidente Brigham Young enseñó que el mundo de los espíritus al que van los
que han muerto está en la tierra, alrededor de nosotros (véase Enseñanzas de
los presidentes de la Iglesia: Brigham Young, 1997, págs. 293–294).
¿Cuál es la naturaleza de nuestro espíritu?
Los seres espirituales tienen la misma
forma corporal que los mortales, salvo que el cuerpo espiritual tiene una forma
perfecta (véase Éter 3:16). Al dejar la tierra, los espíritus llevan consigo las
mismas actitudes, preferencias, devociones o antagonismos hacia lo que es justo
(véase Alma 34:34); tienen los mismos apetitos y deseos que tenían cuando
vivían en la tierra. Todos los espíritus tienen la forma de un adulto. Fueron
adultos antes de su existencia terrenal y tendrán la forma de un adulto después
de la muerte, aun cuando hayan muerto siendo niños o infantes (véase Enseñanzas
de los presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, 1999, págs. 140–141).
¿Por qué es importante saber que
nuestro espíritu tendrá las mismas actitudes en el mundo de los espíritus que
las que tiene ahora?
¿Qué condiciones existen en el mundo de los espíritus de
la vida venidera?
En el Libro de Mormón el profeta Alma
enseñó acerca de dos divisiones o estados dentro del mundo de los espíritus:
“Y sucederá que los espíritus de los
que son justos serán recibidos en un estado de felicidad que se llama paraíso:
un estado de descanso, un estado de paz, donde descansarán de todas sus
aflicciones, y de todo cuidado y pena.
“Y entonces acontecerá que los
espíritus de los malvados, sí, los que son malos —pues he aquí, no tienen parte
ni porción del Espíritu del Señor, porque escogieron las malas obras en lugar
de las buenas; por lo que el espíritu del diablo entró en ellos y se posesionó
de su casa— éstos serán echados a las tinieblas de afuera; habrá llantos y
lamentos y el crujir de dientes, y esto a causa de su propia iniquidad, pues
fueron llevados cautivos por la voluntad del diablo.
“Así que éste es el estado de las almas
de los malvados; sí, en tinieblas y en un estado de terrible y espantosa espera
de la ardiente indignación de la ira de Dios sobre ellos; y así permanecen en
este estado, como los justos en el paraíso, hasta el tiempo de su resurrección”
(Alma 40:12–14).
Los espíritus se clasifican de acuerdo
con la pureza de sus vidas y de su obediencia a la voluntad del Señor mientras
vivieron en la tierra. Los inicuos serán separados de los justos (véase 1 Nefi 15:28–30); sin embargo, los espíritus pueden progresar a medida
que aprenden los principios del Evangelio y viven de acuerdo con ellos. Los
espíritus que se encuentran en el paraíso pueden enseñar a los espíritus que se
hallan en la prisión espiritual (véase D. y C. 138).
A los maestros: A fin de ayudar a los
miembros de la clase o de la familia a comprender las diferencias entre el
paraíso y la prisión espiritual, considere dibujar una línea vertical en el
centro de la pizarra o en una hoja grande de papel, formando así dos columnas.
En la parte superior de una de ellas, escriba El estado de los justos. y en la
otra El estado de los inicuos. Pida a los integrantes de la clase o de la
familia que describan cada estado del mundo de los espíritus, basándose en la
lectura de esta sección. Resuma sus comentarios en la columna apropiada.
El paraíso
De acuerdo con el profeta Alma, los
espíritus descansan de las aflicciones y las penas del mundo terrenal; no
obstante, ellos se encuentran ocupados haciendo la obra del Señor. El
presidente Joseph F. Smith vio en una visión que inmediatamente después
que Jesucristo fue crucificado, visitó a los justos en el mundo de los espíritus,
donde nombró mensajeros, les dio poder y autoridad y los comisionó para que
“…fueran y llevaran la luz del evangelio a los que se hallaban en tinieblas, es
decir, a todos los espíritus de los hombres…” (D. y C. 138:30).
La Iglesia está organizada en el mundo
de los espíritus y los poseedores del sacerdocio continúan allí con sus
responsabilidades (véase D. y C. 138:30). El presidente Wilford Woodruff enseñó: “El mismo
sacerdocio existe del otro lado del velo… Todo apóstol, setenta, élder, etc.,
que ha muerto en la fe, una vez que pasa al otro lado del velo, comienza la
obra del ministerio” (Deseret News, 25 de enero de 1882, pág. 818).
Las relaciones familiares son también
importantes. El presidente Jedediah M. Grant, consejero del presidente
Brigham Young, vio el mundo de los espíritus y le describió a Heber C.
Kimball la organización que existe allí: “Él dijo que la gente que él vio
estaba organizada en unidades familiares… “y explicó: ‘Cuando observé a las
familias, me di cuenta de que había deficiencias en algunas… puesto que vi que
a algunas familias no se les permitía ir y morar juntas debido a que no habían
honrado su llamamiento aquí en la tierra’” (Deseret News, 10 de diciembre de
1856, págs. 316–317).
La prisión espiritual
El apóstol Pedro se refirió al mundo de
los espíritus de la vida venidera como una prisión espiritual, que sí lo es
para algunos (véase 1 Pedro 3:18–20). En la prisión del mundo de los espíritus se encuentran
los espíritus de las personas que todavía no han recibido el evangelio de
Jesucristo. Esos espíritus tienen el albedrío y pueden ser atraídos tanto hacia
lo bueno como hacia lo malo. Si ellos aceptan el Evangelio y las ordenanzas que
se han efectuado a su favor en los templos, pueden dejar la prisión espiritual
y morar en el paraíso.
En la prisión espiritual se encuentran
también los espíritus de los que rechazaron el Evangelio después de que se les
predicó, ya sea en la tierra o en la prisión espiritual. Esos espíritus sufren
en una condición conocida como el infierno; ellos se han alejado de la
misericordia de Jesucristo, que dijo: “Porque he aquí, yo, Dios, he padecido
estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten; mas si no se
arrepienten, tendrán que padecer así como yo; padecimiento que hizo que yo, Dios,
el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y
padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu…” (D. y C. 19:16–18). Después de que ellos sufran por sus pecados, se les
permitirá, por medio de la expiación de Jesucristo, heredar el menor grado de
gloria, que es el reino telestial.
¿De qué forma son similares las
condiciones en el mundo de los espíritus a las de esta vida?
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