El juicio final
Capítulo 46:
Principios
del Evangelio, (2011), 268–74
Los juicios de Dios
¿Cuáles son algunos de
los otros juicios que preceden al juicio
final? ¿Cómo se relacionan todos estos juicios entre sí?
final? ¿Cómo se relacionan todos estos juicios entre sí?
(A los maestros: No es necesario enseñar todo lo que se
incluye en cada
capítulo. A medida que se prepare para enseñar con espíritu de oración, busque
la guía del Espíritu a fin de saber qué porciones del capítulo debe cubrir).
capítulo. A medida que se prepare para enseñar con espíritu de oración, busque
la guía del Espíritu a fin de saber qué porciones del capítulo debe cubrir).
Con
frecuencia se nos dice en las Escrituras que vendrá el día en que estaremos de
pie ante Dios para ser juzgados; por consiguiente, tenemos que comprender cómo
se llevará a cabo ese juicio a fin de prepararnos lo mejor posible para ese
importante acontecimiento.
Las Escrituras enseñan que todos seremos
juzgados de acuerdo con nuestras obras: “Y vi a los muertos, grandes y
pequeños, de pie delante de Dios; y los libros fueron abiertos; y otro libro
fue abierto, el cual es el libro de la vida. Y fueron juzgados los muertos por
las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20:12; véase también D. y C. 76:111;1 Nefi 15:32; Abraham 3:25–28). También seremos
juzgados “según el deseo de [nuestros] corazones” (D. y C. 137:9; véase también Alma 41:3).
Aquí
en la tierra, con frecuencia se juzga nuestra dignidad con el fin de tener
derecho a recibir oportunidades dentro del reino de Dios. Cuando somos
bautizados, se nos juzga dignos de recibir esa ordenanza y, cuando se nos llama
para prestar servicio en la Iglesia o se nos entrevista para avanzar en el
sacerdocio o recibir una recomendación para el templo, también somos juzgados.
Alma enseñó que cuando morimos, a nuestros
espíritus se les asigna un estado de felicidad o miseria (véaseAlma 40:11–15); ése es un juicio.
Se nos juzgará por nuestras palabras, obras y
pensamientos
·
Imagine que se le está
juzgando por todos
sus pensamientos, palabras y obras.
sus pensamientos, palabras y obras.
El profeta Alma testificó: “Porque nuestras
palabras nos condenarán, sí, todas nuestras obras nos condenarán… y nuestros
pensamientos también nos condenarán…” (Alma 12:14).
El Señor dijo: “…de toda palabra ociosa que
hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus
palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:36–37).
La fe en Jesucristo nos ayuda a prepararnos
para el Juicio Final. Si somos fieles discípulos Suyos y nos arrepentimos de
todos nuestros pecados, seremos perdonados de ellos y llegaremos a ser puros y
santos a fin de que podamos morar en la presencia de Dios. A medida que nos
arrepintamos de nuestros pecados y dejemos a un lado todo pensamiento y acto
impuro, el Espíritu Santo efectuará un cambio en nuestro corazón para que no
tengamos más el deseo de pecar (véaseMosíah 5:2). Entonces, cuando
seamos juzgados, estaremos preparados para entrar en la presencia de Dios.
·
Piense en lo que puede
hacer a fin de mejorar
sus pensamientos, palabras y obras.
sus pensamientos, palabras y obras.
Se nos juzgará por medio de registros
¿Con qué registros
seremos juzgados? ¿Quién nos juzgará?
El profeta José Smith dijo que los muertos
serán juzgados de acuerdo con los registros que se guarden en la tierra; pero
también se nos juzgará por medio del “libro de la vida” que se lleva en los
cielos (véase D. y C. 128:6–8).
“Cada uno de ustedes… debe comparecer ‘ante
el tribunal del Santo de Israel; y entonces… deben ser juzgados según el santo
juicio de Dios’ (2 Nefi 9:15). Y de acuerdo con la
visión de Juan, ‘…los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, el cual
es el libro de la vida. Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban
escritas en los libros, según sus obras’ (Apocalipsis 20:12). Los ‘libros’ que se
mencionan allí se refieren a los ‘registros [de sus obras] que se llevan en la
tierra… el libro que era el de la vida es el registro que se lleva en los
cielos’ (Doctrina y Convenios 128:7)”. (Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Harold B. Lee,
2001, pág. 251).
Hay otro registro por el cual seremos
juzgados. El apóstol Pablo enseñó que nosotros mismos somos un registro de
nuestra vida (véase Romanos 2:15). Almacenada en nuestro
cuerpo y en nuestra mente se encuentra la historia completa de todo lo que
hemos hecho. El presidente John Taylor enseñó este principio verdadero: “[La
persona] cuenta la historia ella misma y testifica en su contra… Ese registro
que ha escrito el hombre mismo en los anales de su propia mente, ese registro
que no puede mentir, en ese día será desplegado ante Dios y los ángeles, y ante
quienes estén sentados como jueces” (Deseret News, 8 de
marzo de 1865, pág. 179).
El apóstol Juan enseñó que “…el Padre a
nadie juzga, sino que ha dado todo el juicio al Hijo” (Juan 5:22). El Hijo, a la vez
llamará a otros para que lo ayuden en el Juicio. Los Doce que estuvieron con Él
durante Su ministerio juzgarán a las doce tribus de Israel (véaseMateo 19:28; Lucas 22:30). Los doce discípulos
nefitas juzgarán al pueblo nefita y al pueblo lamanita (véase1 Nefi 12:9–10; Mormón 3:18–19).
Heredar un lugar en un reino de gloria
·
¿De qué manera nuestra
fidelidad durante la vida en la
tierra influirá en la vida que tengamos en las eternidades?
tierra influirá en la vida que tengamos en las eternidades?
En el Juicio Final heredaremos un lugar en
el reino para el cual nos hayamos preparado. En las Escrituras se nos enseña
que hay tres reinos de gloria: el reino celestial, el reino terrestre y el
reino telestial (véase D. y C. 88:20–32).
En Doctrina y Convenios 76, el Señor describe cómo
podemos elegir vivir nuestra vida terrenal y explicó que las decisiones que
tomemos determinarán para cuál reino estamos preparados. Por medio de esta
revelación aprendemos que aun los miembros de la Iglesia heredarán diferentes
reinos, puesto que no todos ellos habrán sido igual de fieles y valientes en su
obediencia a Cristo.
A
continuación están las clases de vida que podemos escoger vivir y los reinos
que recibiremos de acuerdo con las decisiones que tomemos.
Celestial
“Éstos son los que recibieron el testimonio
de Jesús, y creyeron en su nombre, y fueron bautizados… para que, guardando los
mandamientos, fuesen lavados y limpiados de todos sus pecados, y recibiesen el
Santo Espíritu…”. Ellos son los que han vencido al mundo por medio de la fe;
son rectos y fieles para que el Espíritu Santo pueda sellar sobre ellos las
bendiciones. (VéaseD. y C. 76:51–53.) Los que hereden el más
alto grado de gloria dentro del reino celestial, quienes lleguen a ser dioses,
deben también haber contraído matrimonio por la eternidad en el templo (véase D. y C. 131:1–4). Todos los que hereden
el reino celestial vivirán con nuestro Padre Celestial y con Jesucristo para
siempre (véase D. y C. 76:62).
Por
medio de la obra que realizamos en los templos, todas las personas que han
vivido sobre la tierra pueden tener la misma oportunidad de recibir la plenitud
del Evangelio y las ordenanzas de salvación a fin de que hereden un lugar en el
grado más alto de la gloria celestial.
Terrestre
Estos son los que rechazaron el Evangelio
sobre la tierra pero que luego lo aceptaron en el mundo de los espíritus. Son
la gente honorable de la tierra que no aceptaron el evangelio de Jesucristo
porque fueron cegados por las artimañas de los hombres. También son aquellos
que aceptaron el Evangelio y el testimonio de Jesús, pero luego no se
mantuvieron valientes en él. Jesús los visitará pero no disfrutarán de la
presencia de nuestro Padre Celestial. (Véase D. y C. 76:73–79).
Telestial
Estas personas no recibieron el Evangelio o
el testimonio de Jesús ni en la tierra ni en el mundo de los espíritus. Ellas
sufrirán por sus propios pecados en el infierno hasta el fin del Milenio, que
es cuando resucitarán. “Éstos son los mentirosos y los hechiceros, los
adúlteros y los fornicarios, y quienquiera que ama y obra mentira”. Esas
personas son tan numerosas como las estrellas en los cielos y las arenas de la
playa. El Espíritu Santo los visitará, pero no lo hará ni el Padre ni el Hijo.
(Véase D. y C. 76:81–88, 103–106, 109.)
Las tinieblas de afuera
Estos son los que tuvieron un testimonio de
Jesús por medio del Espíritu Santo y conocieron el poder del Señor pero
permitieron que Satanás los venciera; son los que negaron la verdad y
desafiaron el poder del Señor. No hay perdón para ellos porque negaron al Santo
Espíritu después de haberlo recibido. No recibirán ningún reino de gloria sino
que vivirán eternamente en tinieblas, tormento y miseria con Satanás y sus
ángeles para siempre. (Véase D. y C. 76:28–35, 44–48.)
·
Según Doctrina y Convenios 76:50–53, 62–70, ¿cuáles son las
características de la persona que vence al mundo por la fe y es valiente en el
testimonio de Jesús?
Ahora es cuando debemos prepararnos para el juicio
·
¿Qué debemos hacer para
estar listos para el Juicio Final?
En
realidad, cada día es un día de juicio, ya que hablamos, pensamos y actuamos de
acuerdo con una ley celestial, terrestre o telestial. Nuestra fe en Jesucristo,
la cual demostramos por medio de nuestras acciones diarias, determina cuál
reino heredaremos.
Tenemos el evangelio restaurado de
Jesucristo en su plenitud; el Evangelio constituye la ley del reino celestial.
Ya han sido reveladas todas las ordenanzas del sacerdocio que se requieren para
nuestro progreso. Hemos entrado en las aguas del bautismo y hemos hecho
convenio de vivir una vida cristiana; si somos fieles y guardamos los convenios
que hemos efectuado, el Señor nos ha dicho cuál será nuestro juicio. Él nos
dirá: “…Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros
desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34).
Pasajes adicionales de
las Escrituras
·
Romanos 2:6–9; Apocalipsis 20:12–13 (el Juicio).
·
·
·
Alma 41:2–7 (seremos juzgados
por nuestras obras, los deseos de nuestro corazón, nuestro arrepentimiento y
por perseverar hasta el fin).
·
Mormón 3:22 (debemos
arrepentirnos y prepararnos para comparecer ante el tribunal).
·
·
D. y C. 88:16–33 (cada uno recibirá
lo que merece, según su dignidad).
__________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario