viernes, 11 de julio de 2014

EL BAUTISMO. Por: Joseph Fielding Smith


EL BAUTISMO

Manual de Instituto Doctrina del Evangelio

Cap. 15: “El convenio del bautismo”

 

El bautismo simboliza nuestro nacimiento en el reino de Dios. Es un acontecimiento sumamente crítico en nuestro progreso eterno. De la misma manera que no podemos tener una vida mortal sin nacer físicamente, solamente podemos entrar en el reino de Dios por medio del nacimiento del agua y del Espíritu (véase Juan 3:5). Por eso es tan importante comprender completamente el convenio del bautismo.

EL BAUTISMO

        Enseñanzas de los Presudentes de la Iglesia.

Capítulo 13: El bautismo


Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph Fielding Smith, 2013

“El bautismo… es literalmente un trasplante o resurrección de una vida a otra: de una vida de pecado a la vida espiritual”.

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De la vida de Joseph Fielding Smith


En la conferencia general de abril de 1951, el presidente Joseph Fielding Smith habló de su experiencia 67 años atrás cuando se bautizó a la edad de ocho años. Dijo que el día de su bautismo sintió que “estaba puro y limpio ante el Señor”. Pero aprendió que tendría que hacer un esfuerzo a lo largo de su vida para mantenerse en ese estado. Recordó: “Tenía una hermana que era muy bondadosa, como lo eran todas mis hermanas, y que me recalcó la necesidad de mantenerme sin mancha del mundo. Sus enseñanzas del día en que fui bautizado han permanecido conmigo todos los días de mi vida”1.

Fiel a las enseñanzas de su hermana, el presidente Smith instó a los miembros de la Iglesia a guardar su convenio bautismal, a “permanecer en [la] vida espiritual” que recibieron cuando fueron bautizados2. Él dijo:

“No hay ningún consejo más importante que se pueda impartir a cualquier miembro de la Iglesia que guardar los mandamientos después del bautismo. El Señor nos ofrece la salvación con la condición de que nos arrepintamos y seamos fieles a sus leyes”3.

Enseñanzas de Joseph Fielding Smith


1

El bautismo por inmersión es a semejanza del nacimiento, la muerte y la resurrección


El bautismo, el tercer principio y la primera ordenanza del Evangelio, es esencial para la salvación y la exaltación en el reino de Dios. El bautismo es, en primer lugar, el medio por el cual la persona arrepentida obtiene la remisión de sus pecados. En segundo lugar, es la puerta de entrada al reino de Dios. El Señor, al hablar con Nicodemo, nos lo dice en Juan 3:1–11

…La manera de bautizar es mediante inmersión en el agua … El bautismo no puede ser efectuado de otra manera que no sea por la inmersión de todo el cuerpo en el agua, debido a las razones siguientes:

(1) Es a semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, y de todos los demás que han recibido la resurrección.

(2) El bautismo es también un nacimiento, y se efectúa a semejanza del nacimiento de una criatura en este mundo.

(3) El bautismo no es solamente un símbolo de la resurrección, sino literalmente un trasplante o resurrección de una vida a otra: de una vida de pecado a la vida espiritual.

Deseo hablar de la segunda razón: El bautismo es también un nacimiento y se efectúa a semejanza del nacimiento de una criatura en este mundo … En Moisés 6:58–60 leemos:

“Por tanto, te doy el mandamiento de enseñar estas cosas sin reserva a tus hijos, diciendo:

“Que por causa de la transgresión viene la caída, la cual trae la muerte; y como habéis nacido en el mundo mediante el agua, y la sangre, y el espíritu que yo he hecho, y así del polvo habéis llegado a ser alma viviente, así igualmente tendréis que nacer otra vez en el reino de los cielos, del agua y del Espíritu, y ser purificados por sangre, a saber, la sangre de mi Unigénito, para que seáis santificados de todo pecado y gocéis de las palabras de vida eterna en este mundo, y la vida eterna en el mundo venidero, sí, gloria inmortal;

“porque por el agua guardáis el mandamiento; por el Espíritu sois justificados; y por la sangre sois santificados”…

…Cada criatura que viene a este mundo viene en agua, nace en agua y de la sangre y del espíritu. De manera que cuando nacemos en el reino de Dios, debemos nacer de la misma forma, y mediante el bautismo, nacemos del agua. A través del derramamiento de la sangre de Cristo, somos limpiados y santificados; y somos justificados a través del Espíritu de Dios, pues el bautismo no es completo sin el bautismo del Espíritu Santo. Se ve el paralelo entre el nacimiento en el mundo y el nacimiento en el reino de Dios…

Llegamos ahora a la tercera razón: el bautismo no es solamente una semejanza de la resurrección sino también es literalmente un trasplante o resurrección de una vida a otra: de una vida de pecado a la vida espiritual…

…Todos los hombres y las mujeres tienen necesidad de arrepentirse … Ellos están en muerte espiritual. ¿Cómo van a volver? Siendo sepultados en el agua. Están muertos y son sepultados en el agua, y salen en la resurrección del Espíritu de regreso a la vida espiritual. Eso es lo que constituye el bautismo4


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Esta pintura representa el bautismo de un hombre en el río Dnieper, cerca de Kíev, Ucrania.

2

Los niños que no han llegado a la edad de responsabilidad no tienen necesidad del bautismo porque ya son redimidos mediante la expiación de Jesucristo


Sé que los niños pequeños que no han llegado a la edad de responsabilidad, y que por lo tanto no son culpables de pecado, son… redimidos mediante la sangre de Cristo, y es una burla solemne que se sostenga que necesitan el bautismo, ya que se niega así la justicia y la misericordia de Dios [véase Moroni 8:20–23]5.

En la sección 29 de Doctrina y Convenios el Señor dice lo siguiente (versículos 46–47):

“Pero he aquí, os digo que los niños pequeños son redimidos desde la fundación del mundo, mediante mi Unigénito;

“por tanto, no pueden pecar, porque no le es dado poder a Satanás para tentar a los niños pequeños, sino hasta cuando empiezan a ser responsables ante mí”.

Eso suena muy bien. “Los niños pequeños son redimidos desde la fundación del mundo”. ¿Qué quiere decir con eso? Significa que antes de la fundación de la tierra, este plan de redención, el Plan de Salvación que debemos seguir en esta vida terrenal, fue preparado, y Dios, que conoce el fin desde el principio, tomó medidas para la redención de los niños pequeños por medio de la expiación de Jesucristo…

…Cuando ven el rostro de un bebé y él voltea y les sonríe, ¿pueden creer que ese niño pequeño esté manchado con algún tipo de pecado que lo prive de la presencia de Dios si muriera?…

Recuerdo que cuando estaba en el campo misional en Inglaterra había una familia norteamericana allí … Cuando [el esposo] escuchó a los élderes predicar en las calles los invitó a su casa porque eran sus compatriotas. No estaba interesado en el Evangelio; estaba interesado en ellos porque también eran de los Estados Unidos. Y bien, yo estaba trabajando en ese lugar; no fui el primero a quien escuchó predicar, pero más tarde fui invitado a su casa…

Pensamos que iríamos a su casa y hablaríamos de béisbol y fútbol americano y otras cosas, y comparar cosas de los Estados Unidos con cosas de la Gran Bretaña: cosas que a él le interesaban. Eso fue lo que hicimos, y al principio no dijimos nada en cuanto a la religión. Regresamos varias veces, y él pensaba que éramos buenas personas porque no estábamos tratando de imponerle nuestra religión. Pero después de un tiempo empezaron a hacer preguntas —sabíamos que lo harían— y una noche, al estar sentados en su casa, la esposa de este hombre se volvió hacia mí y dijo: “Élder Smith, quiero hacerle una pregunta”. Antes de poder hacerlo comenzó a llorar; yo no sabía qué era lo que sucedía. Sollozó, y cuando recobró la serenidad lo suficiente como para hacer la pregunta, me contó la siguiente historia:

Cuando fueron a Inglaterra tuvieron el infortunio de que se les muriera un bebito … Fueron con el ministro [de la iglesia a la que asistían] y querían que el bebé tuviera un entierro cristiano … El ministro le dijo: “No podemos ofrecerle un entierro cristiano porque no fue bautizado. Su bebé está perdido”. Ésa fue una manera bastante directa de decirlo, pero fue así como contó la historia, y el corazón de esa mujer había estado lleno de dolor durante dos o tres años. Así que me preguntó: “¿Está perdido mi bebé? ¿Nunca lo volveré a ver?”. Abrí el Libro de Mormón y le leí las palabras de Mormón a su hijo Moroni [véase Moroni 8], y le dije: “Su bebé no está perdido; ningún bebé está perdido. Todo bebé se salva en el reino de Dios cuando muere”

…“Y también vi que todos los niños que mueren antes de llegar a la edad de responsabilidad se salvan en el reino de los cielos” [D. y C. 137:10]. Eso es lo que el Señor le dijo al profeta José Smith en una revelación o una visión que tuvo en el Templo de Kirtland. ¿No suena eso bien? ¿No es acaso justo? ¿No es acaso lo correcto? … [Un bebé] no es responsable del pecado original, no es responsable de pecado alguno, y la misericordia de Dios lo reclama y es redimido.

¿Pero cuál es la situación con ustedes y conmigo? Aquí estamos, capaces de entender, y el Señor dice: “…¿a quién de los que tienen conocimiento no le he mandado yo que se arrepienta?” [D. y C. 29:49]. Se nos manda que nos arrepintamos, que seamos bautizados, se nos manda que nuestros pecados sean lavados en las aguas del bautismo, porque somos capaces de entender y todos hemos pecado. Pero yo no he sido bautizado ni ustedes han sido bautizados por cosa alguna que Adán haya hecho. Yo he sido bautizado para que quede limpio de lo que yo mismo he hecho, y es lo mismo con ustedes, y también para que pueda entrar al reino de Dios

… El Señor ha tomado medidas para aquellos que no tienen ley, y los niños pequeños no están sujetos a la ley del arrepentimiento. ¿Cómo se le podría enseñar a un niño pequeño a arrepentirse? No tiene nada de qué arrepentirse.

El Señor ha establecido —de conformidad con Su propio juicio— la edad de responsabilidad a los ocho años. Después de llegar a los ocho años ya debemos tener suficiente entendimiento, de manera que debemos ser bautizados. El Señor se encarga de los que son menores de esa edad6.

3

Toda persona bautizada en la Iglesia ha hecho un convenio con el Señor


Toda persona, cuando entra a las aguas del bautismo, toma sobre sí un convenio.

“Además, por vía de mandamiento a la iglesia concerniente a la manera del bautismo: Todos los que se humillen ante Dios, y deseen bautizarse, y vengan con corazones quebrantados y con espíritus contritos, y testifiquen ante la iglesia que se han arrepentido verdaderamente de todos sus pecados, y que están dispuestos a tomar sobre sí el nombre de Jesucristo, con la determinación de servirle hasta el fin, y verdaderamente manifiesten por sus obras que han recibido del Espíritu de Cristo para la remisión de sus pecados, serán recibidos en su iglesia por el bautismo” (D. y C. 20:37)7


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“Toda persona bautizada en esta Iglesia ha hecho un convenio con el Señor de guardar Sus mandamientos”.

Voy a leer de la sección 59 de Doctrina y Convenios:

“Por tanto, les doy [a los miembros de la Iglesia] un mandamiento que dice así: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma, mente y fuerza; y en el nombre de Jesucristo lo servirás.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hurtarás; no cometerás adulterio; no matarás, ni harás ninguna cosa semejante.

“Darás las gracias al Señor tu Dios en todas las cosas” [D. y C. 59:5–7].

Toda persona bautizada en esta Iglesia ha hecho un convenio con el Señor de guardar Sus mandamientos; y en ese mandamiento, reiterado en la dispensación en la que vivimos, se nos dice que debemos servir al Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con toda la fuerza que tengamos, todo ello en el nombre de Jesucristo. Todo lo que hagamos debemos hacerlo en el nombre de Jesucristo.

En las aguas del bautismo hicimos convenio de que obedeceríamos estos mandamientos; que serviríamos al Señor; que guardaríamos el primer y el más grande de todos los mandamientos y amaríamos al Señor nuestro Dios; que obedeceríamos el siguiente gran mandamiento, de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; y con toda la fuerza que tenemos, con toda la energía, con todo nuestro corazón, le demostraríamos que estamos dispuestos a “vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios” [D. y C. 84:44]; que seríamos obedientes y humildes, diligentes en Su servicio, dispuestos a obedecer, a escuchar los consejos de aquellos que nos presiden y a hacer todas las cosas con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios.

No debemos olvidar estas cosas, pues el cumplimiento de ese mandamiento se nos requiere como miembros de la Iglesia8.

4

A fin de obtener las bendiciones completas del Evangelio, después de haber sido bautizados debemos continuar siendo humildes, arrepintiéndonos y siendo obedientes


Uno de los grandes propósitos de la Iglesia verdadera es enseñar a los hombres lo que deben hacer después del bautismo para obtener las bendiciones completas del Evangelio9.

Toda alma que es bautizada, verdaderamente bautizada, se ha humillado; su corazón está quebrantado; su espíritu está contrito; ha hecho un convenio delante de Dios de que guardará Sus mandamientos; y ha abandonado todos sus pecados. Al ingresar a la Iglesia, ¿tiene el privilegio de pecar luego de haber entrado a ella? ¿Puede bajar la guardia? ¿Puede participar de algunas de las cosas que el Señor ha dicho que debe evitar? No. Es tan necesario que tenga aquel espíritu contrito, aquel corazón quebrantado, después de bautizarse, como lo fue antes10.

He oído decir a algunos de nuestros hombres jóvenes, y algunos no tan jóvenes, cuando han estado hablando del bautismo, que no saben por qué siendo que el bautismo es para la remisión de los pecados, el hombre no se tiene que bautizar cada vez que comete un pecado. ¿Ustedes saben la razón? En tanto que el hombre peca y permanece dentro de la vida espiritual, está vivo y puede arrepentirse y ser perdonado. No tiene necesidad de ser bautizado para ser devuelto a donde ya estaba11.

¿Quién, de entre los Santos de los Últimos Días, está buscando un lugar en el reino telestial? ¿Quién, de entre los Santos de los Últimos Días, está buscando un lugar en el reino terrestre? No deberíamos desear tener nada que ver con esos reinos; no es la intención del hombre que se bautiza en la Iglesia, o no debería serla, vivir de tal manera que no halle lugar en el reino celestial de Dios; puesto que el bautismo es en sí el camino a ese reino. El bautismo es de doble naturaleza; es principalmente para la remisión de los pecados, y después para entrar en el reino de Dios; no el reino telestial ni el terrestre, sino para entrar en el reino celestial, donde mora Dios. Para eso es el bautismo; para eso es el don del Espíritu Santo por la imposición de manos: para prepararnos a fin de que podamos, mediante la obediencia, seguir adelante, guardando los mandamientos del Señor hasta que recibamos la plenitud en el reino celestial12.

 
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