EL BAUTISMO
Manual de Instituto Doctrina del Evangelio
Cap. 15: “El convenio del bautismo”
El bautismo simboliza
nuestro nacimiento en el reino de Dios. Es un acontecimiento sumamente crítico
en nuestro progreso eterno. De la misma manera que no podemos tener una vida
mortal sin nacer físicamente, solamente podemos entrar en el reino de Dios por
medio del nacimiento del agua y del Espíritu (véase Juan
3:5).
Por eso es tan importante comprender completamente el convenio del bautismo.
EL BAUTISMO
Enseñanzas
de los Presudentes de la Iglesia.
Capítulo 13: El bautismo
Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph Fielding Smith, 2013
“El
bautismo… es literalmente un trasplante o resurrección de una vida a otra: de
una vida de pecado a la vida espiritual”.
De la vida de Joseph Fielding Smith
En la conferencia general de abril de 1951, el presidente Joseph
Fielding Smith habló de su experiencia 67 años atrás cuando se bautizó a la
edad de ocho años. Dijo que el día de su bautismo sintió que “estaba puro y
limpio ante el Señor”. Pero aprendió que tendría que hacer un esfuerzo a lo
largo de su vida para mantenerse en ese estado. Recordó: “Tenía una hermana que
era muy bondadosa, como lo eran todas mis hermanas, y que me recalcó la
necesidad de mantenerme sin mancha del mundo. Sus enseñanzas del día en que fui
bautizado han permanecido conmigo todos los días de mi vida”1.
Fiel a las enseñanzas de su hermana, el presidente Smith instó a los
miembros de la Iglesia a guardar su convenio bautismal, a “permanecer en [la]
vida espiritual” que recibieron cuando fueron bautizados2. Él dijo:
“No hay ningún consejo más importante que se pueda impartir a cualquier
miembro de la Iglesia que guardar los mandamientos después del bautismo. El
Señor nos ofrece la salvación con la condición de que nos arrepintamos y seamos
fieles a sus leyes”3.
Enseñanzas de Joseph Fielding Smith
1
El bautismo por inmersión es a semejanza del nacimiento, la muerte y la resurrección
El bautismo, el tercer principio y la primera ordenanza del Evangelio,
es esencial para la salvación y la exaltación en el reino de Dios. El bautismo
es, en primer lugar, el medio por el cual la persona arrepentida obtiene la
remisión de sus pecados. En segundo lugar, es la puerta de entrada al reino de
Dios. El Señor, al hablar con Nicodemo, nos lo dice en Juan 3:1–11…
…La manera de bautizar es mediante inmersión en el agua … El bautismo no
puede ser efectuado de otra manera que no sea por la inmersión de todo el
cuerpo en el agua, debido a las razones siguientes:
(1) Es a semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de
Jesucristo, y de todos los demás que han recibido la resurrección.
(2) El bautismo es también un nacimiento, y se efectúa a semejanza
del nacimiento de una criatura en este mundo.
(3) El bautismo no es solamente un símbolo de la resurrección, sino
literalmente un trasplante o resurrección de una vida a otra: de una vida de
pecado a la vida espiritual.
Deseo hablar de la segunda razón: El bautismo es también un nacimiento y
se efectúa a semejanza del nacimiento de una criatura en este mundo … En Moisés 6:58–60 leemos:
“Por tanto, te doy el mandamiento de enseñar estas cosas sin reserva a
tus hijos, diciendo:
“Que por causa de la transgresión viene la caída, la cual trae la
muerte; y como habéis nacido en el mundo mediante el agua, y la sangre, y el
espíritu que yo he hecho, y así del polvo habéis llegado a ser alma viviente,
así igualmente tendréis que nacer otra vez en el reino de los cielos, del agua
y del Espíritu, y ser purificados por sangre, a saber, la sangre de mi
Unigénito, para que seáis santificados de todo pecado y gocéis de las palabras
de vida eterna en este mundo, y la vida eterna en el mundo venidero, sí, gloria
inmortal;
“porque por el agua guardáis el mandamiento; por el Espíritu sois
justificados; y por la sangre sois santificados”…
…Cada criatura que viene a este mundo viene en agua, nace en agua y de
la sangre y del espíritu. De manera que cuando nacemos en el reino de Dios,
debemos nacer de la misma forma, y mediante el bautismo, nacemos del agua. A
través del derramamiento de la sangre de Cristo, somos limpiados y
santificados; y somos justificados a través del Espíritu de Dios, pues el
bautismo no es completo sin el bautismo del Espíritu Santo. Se ve el paralelo
entre el nacimiento en el mundo y el nacimiento en el reino de Dios…
Llegamos ahora a la tercera razón: el bautismo no es solamente una
semejanza de la resurrección sino también es literalmente un trasplante o
resurrección de una vida a otra: de una vida de pecado a la vida espiritual…
…Todos los hombres y las mujeres tienen necesidad de arrepentirse …
Ellos están en muerte espiritual. ¿Cómo van a volver? Siendo sepultados en el
agua. Están muertos y son sepultados en el agua, y salen en la resurrección del
Espíritu de regreso a la vida espiritual. Eso es lo
que constituye el bautismo4
Esta pintura representa el bautismo de un hombre en el río Dnieper,
cerca de Kíev, Ucrania.
2
Los niños que no han llegado a la edad de responsabilidad no tienen necesidad del bautismo porque ya son redimidos mediante la expiación de Jesucristo
Sé que los niños pequeños que no han llegado a la edad de
responsabilidad, y que por lo tanto no son culpables de pecado, son… redimidos
mediante la sangre de Cristo, y es una burla solemne que se sostenga que
necesitan el bautismo, ya que se niega así la justicia y la misericordia de
Dios [véase Moroni 8:20–23]5.
“Pero he aquí, os digo que los niños pequeños son redimidos desde la
fundación del mundo, mediante mi Unigénito;
“por tanto, no pueden pecar, porque no le es dado poder a Satanás para
tentar a los niños pequeños, sino hasta cuando empiezan a ser responsables ante
mí”.
Eso suena muy bien. “Los niños pequeños son redimidos desde la fundación
del mundo”. ¿Qué quiere decir con eso? Significa que antes de la fundación de
la tierra, este plan de redención, el Plan de Salvación que debemos seguir en
esta vida terrenal, fue preparado, y Dios, que conoce el fin desde el principio,
tomó medidas para la redención de los niños pequeños por medio de la expiación
de Jesucristo…
…Cuando ven el rostro de un bebé y él voltea y les sonríe, ¿pueden creer
que ese niño pequeño esté manchado con algún tipo de pecado que lo prive de la
presencia de Dios si muriera?…
Recuerdo que cuando estaba en el campo misional en Inglaterra había una
familia norteamericana allí … Cuando [el esposo] escuchó a los élderes predicar
en las calles los invitó a su casa porque eran sus compatriotas. No estaba interesado
en el Evangelio; estaba interesado en ellos porque también eran de los Estados
Unidos. Y bien, yo estaba trabajando en ese lugar; no fui el primero a quien
escuchó predicar, pero más tarde fui invitado a su casa…
Pensamos que iríamos a su casa y hablaríamos de béisbol y fútbol
americano y otras cosas, y comparar cosas de los Estados Unidos con cosas de la
Gran Bretaña: cosas que a él le interesaban. Eso fue lo que hicimos, y al
principio no dijimos nada en cuanto a la religión. Regresamos varias veces, y
él pensaba que éramos buenas personas porque no estábamos tratando de imponerle
nuestra religión. Pero después de un tiempo empezaron a hacer preguntas
—sabíamos que lo harían— y una noche, al estar sentados en su casa, la esposa
de este hombre se volvió hacia mí y dijo: “Élder Smith, quiero hacerle una
pregunta”. Antes de poder hacerlo comenzó a llorar; yo no sabía qué era lo que
sucedía. Sollozó, y cuando recobró la serenidad lo suficiente como para hacer
la pregunta, me contó la siguiente historia:
Cuando fueron a Inglaterra tuvieron el infortunio de que se les muriera
un bebito … Fueron con el ministro [de la iglesia a la que asistían] y querían
que el bebé tuviera un entierro cristiano … El ministro le dijo: “No podemos
ofrecerle un entierro cristiano porque no fue bautizado. Su bebé está perdido”.
Ésa fue una manera bastante directa de decirlo, pero fue así como contó la
historia, y el corazón de esa mujer había estado lleno de dolor durante dos o
tres años. Así que me preguntó: “¿Está perdido mi bebé? ¿Nunca lo volveré a
ver?”. Abrí el Libro de Mormón y le leí las palabras de Mormón a su hijo Moroni
[véase Moroni 8], y le dije: “Su bebé no está perdido; ningún bebé está perdido. Todo
bebé se salva en el reino de Dios cuando muere”
…“Y también vi que todos los niños que mueren antes de llegar a la edad
de responsabilidad se salvan en el reino de los cielos” [D. y C. 137:10]. Eso es lo que el Señor le dijo al profeta José Smith en una
revelación o una visión que tuvo en el Templo de Kirtland. ¿No suena eso bien?
¿No es acaso justo? ¿No es acaso lo correcto? … [Un bebé] no es responsable del
pecado original, no es responsable de pecado alguno, y la misericordia de Dios
lo reclama y es redimido.
¿Pero cuál es la situación con ustedes y conmigo? Aquí estamos, capaces
de entender, y el Señor dice: “…¿a quién de los que tienen conocimiento no le
he mandado yo que se arrepienta?” [D. y C. 29:49]. Se nos manda que nos arrepintamos, que seamos bautizados, se nos
manda que nuestros pecados sean lavados en las aguas del bautismo, porque somos
capaces de entender y todos hemos pecado. Pero yo no he sido bautizado ni
ustedes han sido bautizados por cosa alguna que Adán haya hecho. Yo he sido
bautizado para que quede limpio de lo que yo mismo he hecho, y es lo mismo con
ustedes, y también para que pueda entrar al reino de Dios
… El Señor ha tomado medidas para aquellos que no tienen ley, y los
niños pequeños no están sujetos a la ley del arrepentimiento. ¿Cómo se le
podría enseñar a un niño pequeño a arrepentirse? No tiene nada de qué arrepentirse.
El Señor ha establecido —de conformidad con Su propio juicio— la edad de
responsabilidad a los ocho años. Después de llegar a los ocho años ya debemos
tener suficiente entendimiento, de manera que debemos ser bautizados. El Señor
se encarga de los que son menores de esa edad6.
3
Toda persona bautizada en la Iglesia ha hecho un convenio con el Señor
Toda persona, cuando entra a las aguas del bautismo, toma sobre sí un
convenio.
“Además, por vía de mandamiento a la iglesia concerniente a la manera
del bautismo: Todos los que se humillen ante Dios, y deseen bautizarse, y
vengan con corazones quebrantados y con espíritus contritos, y testifiquen ante
la iglesia que se han arrepentido verdaderamente de todos sus pecados, y que
están dispuestos a tomar sobre sí el nombre de Jesucristo, con la determinación
de servirle hasta el fin, y verdaderamente manifiesten por sus obras que han
recibido del Espíritu de Cristo para la remisión de sus pecados, serán
recibidos en su iglesia por el bautismo” (D. y C. 20:37)7
“Toda persona bautizada en esta Iglesia ha hecho un convenio con el
Señor de guardar Sus mandamientos”.
Voy a leer de la sección 59 de Doctrina y Convenios:
“Por tanto, les doy [a los miembros de la Iglesia] un mandamiento que
dice así: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma, mente y fuerza; y
en el nombre de Jesucristo lo servirás.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hurtarás; no cometerás
adulterio; no matarás, ni harás ninguna cosa semejante.
Toda persona bautizada en esta Iglesia ha hecho un convenio con el Señor
de guardar Sus mandamientos; y en ese mandamiento, reiterado en la dispensación
en la que vivimos, se nos dice que debemos servir al Señor con todo nuestro
corazón, con toda nuestra mente y con toda la fuerza que tengamos, todo ello en
el nombre de Jesucristo. Todo lo que hagamos debemos hacerlo en el nombre de
Jesucristo.
En las aguas del bautismo hicimos convenio de que obedeceríamos estos
mandamientos; que serviríamos al Señor; que guardaríamos el primer y el más
grande de todos los mandamientos y amaríamos al Señor nuestro Dios; que
obedeceríamos el siguiente gran mandamiento, de amar a nuestro prójimo como a
nosotros mismos; y con toda la fuerza que tenemos, con toda la energía, con todo
nuestro corazón, le demostraríamos que estamos dispuestos a “vivir de toda
palabra que sale de la boca de Dios” [D. y C. 84:44]; que seríamos obedientes y humildes, diligentes en Su servicio,
dispuestos a obedecer, a escuchar los consejos de aquellos que nos presiden y a
hacer todas las cosas con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios.
No debemos olvidar estas cosas, pues el cumplimiento de ese mandamiento
se nos requiere como miembros de la Iglesia8.
4
A fin de obtener las bendiciones completas del Evangelio, después de haber sido bautizados debemos continuar siendo humildes, arrepintiéndonos y siendo obedientes
Uno de los grandes propósitos de la Iglesia verdadera es enseñar a los
hombres lo que deben hacer después del bautismo para obtener las bendiciones
completas del Evangelio9.
Toda alma que es bautizada, verdaderamente bautizada, se ha humillado;
su corazón está quebrantado; su espíritu está contrito; ha hecho un convenio
delante de Dios de que guardará Sus mandamientos; y ha abandonado todos sus
pecados. Al ingresar a la Iglesia, ¿tiene el privilegio de pecar luego de haber
entrado a ella? ¿Puede bajar la guardia? ¿Puede participar de algunas de las
cosas que el Señor ha dicho que debe evitar? No. Es tan necesario que tenga
aquel espíritu contrito, aquel corazón quebrantado, después de bautizarse, como
lo fue antes10.
He oído decir a algunos de nuestros hombres jóvenes, y algunos no tan
jóvenes, cuando han estado hablando del bautismo, que no saben por qué siendo
que el bautismo es para la remisión de los pecados, el hombre no se tiene que
bautizar cada vez que comete un pecado. ¿Ustedes saben la razón? En tanto que
el hombre peca y permanece dentro de la vida espiritual, está vivo y puede
arrepentirse y ser perdonado. No tiene necesidad de ser bautizado para ser
devuelto a donde ya estaba11.
¿Quién, de entre los Santos de los Últimos Días, está buscando un lugar
en el reino telestial? ¿Quién, de entre los Santos de los Últimos Días, está
buscando un lugar en el reino terrestre? No deberíamos desear tener nada que
ver con esos reinos; no es la intención del hombre que se bautiza en la
Iglesia, o no debería serla, vivir de tal manera que no halle lugar en el reino
celestial de Dios; puesto que el bautismo es en sí el camino a ese reino. El
bautismo es de doble naturaleza; es principalmente para la remisión de los
pecados, y después para entrar en el reino de Dios; no el reino telestial ni el
terrestre, sino para entrar en el reino celestial, donde mora Dios. Para eso es
el bautismo; para eso es el don del Espíritu Santo por la imposición de manos:
para prepararnos a fin de que podamos, mediante la obediencia, seguir adelante,
guardando los mandamientos del Señor hasta que recibamos la plenitud en el
reino celestial12.
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